jueves, 15 de diciembre de 2011

Por imperativo legal



El fraude, el engaño, la burla, la doblez y la traición, son la garantía de la ejecutoria política de la franquicia etarra “Amaiur”, que no le ha dado la gana condenar lor crímenes de Eta, ha urdido una trampa monumental para lograr grupo parlamentario propio en el Congreso y finalmente ha utilizado lo que los clérigos denominaban “restricción mental” para jurar sin jurar y prometer sin prometer el cumplimieno de sus obligaciones parlamentarias.

Gracias a la “restricción mental” --el embuste frailuno consentido-- se podía mentir sin pecar, y jurar que uno no tenía la tiza de la pizarra, el chicle o el sacapuntas que había distraído, si tenía la precaución de dejar en el suelo, sobre la mesa o alejado físicamente de sus manos o su ropa, el producto del hurto: “Le prometo, padre Ernesto, que yo no lo tengo”. Y se había acabado. Pero, a cambio, se debía ser cuidadoso para no cometer pecado, porque el confesor, que no era tonto, podía replicar si no lo había tenido en las manos hace un rato, o cosas por el estilo para desenmascarar pícaros. Pero estos delincuentes formados, o deformados, en las sacristías del separatismo abertzale, qué pueden hacer ataviados como excursionistas de domingo.

Porque el miedo, la precaución, o los “respetos humanos” como dirían los consiliarios de las asociaciones piadosas, favorecen las actitudes nacidas de la cobardía. La democracia de este tiempo no es altiva como la verdad, sino cautelosa, timorata y descreída, por si acaso. Por eso los que deberían exigir transparencia y verdad, se pliegan ante los malhechores y aceptan incluso alterar las fórmulas del juramento. De modo que el “Promete o jura usted guardar y hacer guardar la Constitución....” se convierte en pura nada cuando se añade implicita y tácitamente que no existe otra opción para obtener el cargo. Que es a lo que aquivale el añadido: “Sí, pero únicamente por imperativo legal, y no porque me comprometa a nada”

Y ya ven que, en el Congreso, éste ha sido el compromiso de los etarras y también el de don Odón Elorza, al que han desalojado de la alcaldía de San Sebastián los “amaiures”, a los que agradece el honor que le han hecho dándoles lametones, agachándose hasta el suelo y moviendo el rabito.

A esta fórmula tan inconformista, arrogante, novedosa, altiva, divertida y barata, se han adherido luego algunos valientes como ERC e IU, porque en este país en decadencia nadie pide resposabilidades, exige respeto, demanda rigor institucional y un juramento consagrado por la norma, la magistratura, el hábito consuetudinario o la tradición.

Se jura o promete un cargo --según sea la conciencia religiosa o moral del que se compromete-- pero no se puede alterar la fórmula a gusto de los que se proponen infringir la norma. El que no quiera acatar la promesa que no se comprometa. Lo contrario me recuerda a los chicos tramposos que afirmaban: “Lo juro". Y añadían: "por la pata de un burro”


Darío Vidal
15/12/2011

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