viernes, 20 de enero de 2012

Alguacil alguacilado


Un viejo maestro de Filosofía nos sugería la concentración y la porfía para adentrarnos en los textos de los pensadores, soslayando el respeto idólatra a la autoridad. Sugería que, como venía a decir Francis Bacon, los prejuicios entorpecen el vuelo del intelecto y que lo juicioso es repensar las cosas cada día, sin excesiva reverencia a la opinión de quien nos precedió.

Esa cautela de los “empiristas” ha empezado a hacer diana en la satrapía del capitalismo burocrático de los especuladores, que han hallado el “maná” en las agencias de rating. Pero he aquí que cuando al jugador pardillo que se proponía de buena fe participar, le cambiaban las reglas al creer entenderlas, dijo aquello de “que me lo expliquen que no se inglés”.

De modo que Bruselas está comezando a pensar en agencias de Rating europeas que no estén al servicio de los intereses o los caprichos americanos. En Europa se han atrevido a decir que el rey esta desnudo y a denunciar que, con criterios subjetivos y arbitrarios, siempre gana la banca (“¿repartiste y perdiste? ¡porque quisiste!”)

En vista de que el euro se va a pique por los manejos especulativos de los amos del cotarro como temíamos desde hace tiempo los europeos, se han preguntado quién controla a nuestros controladores. Me ha dado mucho que pensar una reflexion de Hemann Hesse: “Solo tememos a quienes hemos dado previamente poder sobre nosotros”. Y me pregunto quienes y a quien hemos pedido que nos mandasen.

Que los gobiernos se postrasen ante los grandes bancos era una vieja pesadilla surrealista, que se ha cumplido cuando el dinero se puso por encima de todas las cosas y “Standard & Poor's”, “Moodys”, “Fitch” y otras organizaciones desbocadas, se han propuesto la desmesura paranóica de gobernar el mundo como proyectaban los redactores de los “Protocolos de los sabios de Sión” cuya autoría se disputan todavía los propagandistas semitas y antisemitas, liberales y veteronazis.

A cualquier observador medianamente atento no le pasará inadvertida la vocación globalizadora del proyecto cultural estadounidense desde la segunda década de los veinte, pretextando la lucha contra el mal que encarnaba la ley seca y el gangsterismo de Chicago.

Pienso que del maniqueísmo puritano, el fermento de la modernidad y la necesidad de dar cohesión al naciente proyecto nacional, nace la fantasía de un arquetipo que no esta representado ya por el pirata o el vaquero, sino por un salvador planetario como “Superman”, “Battman”, “Spíderman” y otros héroes de inspiracion freudiana.

Por eso Europa se plantea –acaso demasiado tarde-- oponer al insaciable alguacil global, un alguacil moral que lo alguacile.


Darío Vidal

20/01/2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario