martes, 31 de enero de 2012

Héroes del Orzán











Frente a la amargura de tanta maldad y tanta miseria, nos mueve a la esperanza el hecho mismo de la muerte. Como la de este policía arrojado por las olas cuando iba a rescatar a un joven estudiante eslovaco del pograma “Erasmus” de las rompientes del Cantábrico, que se fue con él de madrugada, como los dos agentes más desaparecidos, que porfiaban por arrancarlo de la mar, entre Caión y Cabo Prior.

Tres uniformados que brindaron generosamente su vida por la de un extranjero desconocido aprendir de español que cayó o se había tirado al agua en una madrugada de fiesta, por desconocimiento de la costa coruñesa, mientras los tres policías se arriesgaron y perdieron, conscientes del peligro y despreciando que aquel podía ser el último servicio de su vida.

Nadie sabe cual fue su último pensamiento y si fueron conscientes de que la playa del Orzán los iba arrastrando hacia adentro irremisiblemente; si llegaron a agarrar al desesperado o si él les asió en su agonía hasta impedir salvarlos y hundirlo. No lo sabremos nunca. Pero deberíamos ofrendar coronas al mar celoso, por esos tres comportamientos, doblemente heróicos por estériles, de los tres policías nacionales arrebatados a las olas en la bullente espuma de la playa gallega que un día quiso llevárseme también.

Deberíamos rendir homenaje a esos valerosos comportamientos raros, a esas arriesgadas elecciones excepcionales, a esas decisiones en que una persona se pone en peligro sin estarlo, echando a suertes su vida sin nada que ganar a cambio.

No quiero escribir una oración fúnebre ni ensayar una homilía; no deséo tentar un discurso moral ni una elegía lacrimosa. Pretendo sólamente hacer una llamada a la cordura para que nadie arriesgue su vida por un torpe botellón, ni ponga en riesgo la vida de otros –casi siempre los mejores-- por una actuación imprudente que tiene como origen en muchas ocasiones el alcohol o la droga. Desearía no dudar de la comunion de los santos para imaginar a Rodrigo Maseda, a José Antonio Villamor y a Javier López en la otra orilla, frente al abatido estudiante bratislavo de 22 años, Tomás Veliki (“Perdonad y muchas gracias. No imaginais cuánto lo siento No lo merecíais”) Y verlos todavía empapados y pateando para ahuyentar el frío, con el humor despreocupado y fragante de los héroes --López, 38 años, Coruña; Maseda, 35 años, Burela; Villamor, 34 años, Friol-- : (“¡Pero, rapáz, qué foiste a facer! ¿Es tolo?”). Y seguramente se chancearían de que un adolescente eslovaco y alpino tomase por un plácido lago de montaña al fiero rompeolas de toda la América atlántica.

Quiero pensarlo así. Quiero pensar que mientras nos azacanamos aún en la búsqueda, estos tres bravos gallegos de uniforme ríen en la playa, ajenos a la mezquindad de nuestros líderes.


Darío Vidal
31/01/2012

1 comentario:

  1. Gracias por su artículo,como miembro del Cuerpo NAcional de Policía me siento orgulloso de que en sus letras se vea la nobleza aragonesa y, como amigo y compañero del policía Villamor, que le dedique el reconocimiento que se merece como la grandisima y altruista persona que es.

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