jueves, 2 de febrero de 2012

Preguntenle a Garzón



Hace unos años, antes de que Felipe González frustrase su ambición ministerial, escribí varias veces de él como quien reza, para desearle suerte y encarecer que se cuidase de narcotraficantes, rufianes, mafiosos, sicarios y terroristas. Baltasar Garzón era entonces, a juicio de la gente de la calle, el paradigma de la Justicia, la integridad moral acrisolada y la salvaguarda de nuestra libertad: era como un santo láico.

Tiempo después vivimos perplejos alguna instrucción sorprendente y luego la sospecha de que su móvil no era tanto la exigencia de Justicia como la necesidad de espectáculo. Y para remate, comenzaron a menudear los artículos. los libros ditirámbicos y las biografias hagiográficas. Aquel afán de equidad, aquel celo casi religioso y aquel valor heróico no eran cosa de este mundo. Fué un espejismo. Hasta tal punto que grupos difusos, confusos y anónimos han comenzado a pedir firmas para exonerarle de tres procesos por prevaricación contra él y convocan manifestaciones antes de cada vista con el claro propósito de intimidar y chantajear a sus colegas los jueces.

No seré yo quien juzgue, acuse o defienda al juez Garzón, que doctores tiene la Santa Iglesia. Pero quisiera denunciar la tergiversación que han perpetrado sus palmeros entusiastas de Izquierda Unida, como Gaspar Llamazares del PC, Pilar Bardém, Pedro Zerolo, Ana Belén, Cayo Lara, Víctor Manuel, la candidata socialista Carme Chacón, y otros personajes.

Desearía únicamente delinear el estado de la cuestión. Las tres causas contra el juez Garzón son: una por prevaricación en la causa general sobre crímenes del fanquismo, por no tener competencia sobre el asunto propuesto, haber fallecido los presuntos resposables de las acciones delictivas y haber acordado antes las partes, una amnistía general sobre la Guerra Civil; otra de prevaricación y cohecho por inadmitir la querella presentada contra él por solicitar apoyos y subvenciones a distintas empresas, para pronunciar una serie de conferencias y matricular a una hija suya en la Escuela Internacional de las NN.UU en Nueva York y no dar curso a las denuncias que le afectaban, y finalmente otra de prevaricacion e interceptación ilegal de comunicaciones entre procesados incomunicados y sus abogados, generando una grave indefensión jurídica y descubriendo la estrategia de los letrados.

Lo mas grave, con todo, es la tergiversación de los argumentos con que se han difundido los hechos en los medios de comunicación, porque hacen suponer que se ha querido lavar la cara del franquismo para no denunciarlo, en vez de reconocer que la instrucción estaba mal construída y se apoyaba en fundamentos sin valor.

Los jueces dirán. Pero la dinámica asamblearia le favorecerá muy poco.


Darío Vidal
02/02/2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario