jueves, 8 de marzo de 2012

Esperanza y Aporia


¿Qué hacer?, nos preguntamos ahora. Los “gurús” de la Economía nos han instalado en una disyuntiva sin salida como aquella del viejo cantar, que “si me miras me matas, y si no me miras, muero”. Es una situación que niega la esperanza y atemoriza porque desemboca en lo que los filósofos llaman una “aporía”.
La actividad económica nos lleva a la catástrofe, pero la inactividad nos condena a la parálisis. Por ello nos urge la esperanza. Es preciso entender y creer, e indispensable ponernos todos a la tarea. Porque esta no es sólo misión de los teóricos. Mas para aunar voluntades es imprescidible conocer el camino. Moisés ignoraba la senda pero sabía a dónde ir, y ello justificaba el riesgo, el hambre, las penalidades y el peligro.
Por ello, cuando después de la estúpida inconsciencia de los brotes verdes, se ha reconocido, como es sensato, que estamos al borde del abismo, el señor Rajoy tiene que esforzarse en hallar un camino y proponer unas metas que cumplir entre todos, viendo lo por venir y lo que queda, que es como se construyen las naciones, los partidos y los equipos de fútbol.
Pero es también necesario que ilusione con su proyecto. No basta con pedir sosiego y sacrificio. ¿Qué podemos hacer los de infantería, señor presidente? ¿En qué podemos ayudar? Bien está atreverse a formular un diagnóstico, pero el pensamiento tiene que acompañarse con la acción para ser operativo y eficaz. De ahí la necesidad de la esperanza.
Mas la espera supone la viabilidad de un proyecto. “Lasciate ogni speranza”,-- advertía Dante a los réprobos cuando se encaminaban a la puerta del Infierno. Abandona toda esperanza. De aquí en adelante toda la vida estará teñida de gris y carecerás de deseos, de ilusión y de futuro. Es la maldición mas atroz que quepa formularle a un humano. Es el dramático proyecto de un agonizante para conformarlo a morir.
Para motivarnos a vivir hacen falta psicólogos mas que economistas. Un conocido empresario formuló esa carencia en 2011, diciendo que “hoy estamos peor que ayer y mejor que mañana”. Una profecía –¡Dios no lo quiera!-- capaz de poner espanto en el ánimo mejor templado.
Estamos instalados hoy en una aporía –un camino sin salida lógica-- que parece irresoluble si no derrochamos ingenio, imaginación y audacia.
Y coraje, y entusiasmo, y pertinacia, y fe. Como el viejo Zenón de Elea al “demostrar” que el veloz Aquilex nunca ganaría a correr a una tortuga, ateniendose a la silogística. Ahora tenemos que profanar todos los dogmas sin errar una sóla vez, para romper el imposible nudo de la aporía e invertir ahorrando y guardar gastando. Ahí es nada.
A ver quien me ata esa mosca por el rabo.
Darío Vidal
08/03/2012

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