Otra vez el
lúbrico y rijoso Asmodeo, príncipe infernal de la Lujuria que se
casó con Eva esposa de Adán en segundas nupcias, después de
haberse unido con Lilith el demonio femenino de la noche, ha
profanado a otra niña adolescente de 16 años, cuando aquí
celebraban el Día de la Mujer sin comprometerse a nada, las
feministas profesionales.
Mustafá
Sallak, el joven de 24 que la violó con solo 14 en Chourfa, costa
atlántica de Marruecos, entre Larache y Arcila, la hizo su esposa
hace unos días, después de que la sometiesen “a doma” su
suegra y sus cuñadas con los ultrajes y vejaciones reservados a
estas solemnes ocasiones, como tildarla de puta por lo que Mustafá
había hecho con ella.
Amina
Filali, que había sido depositada en casa de su suegro desde que
acordaron los esponsales, huyó a la de sus padres para que le diesen
acogida. Pero no podían caer en el deshonor de concedérsela so pena
de incurrir en el desprecio de todos sus allegados, amigos y
parientes.
Maltratada
por su novio porque se negaba a yacer con ella, odiada y despreciada
por la familia de él y desamparada de los suyos y sus propios padres
sin culpa, por puros respetos humanos, se sintió forzada a cumplir
una condena injusta, sin ahorrarse un solo trámite de su “pasión”,
entre horribles dolores y una larga agonía a bordo de un
desvendijado y maltrecho taxi colectivo, en el que los que entraban y
salían podían participar del macabro espectáculo.
Y todo eso
a solo 13 kilómetros del siglo XXI, en la otra orilla de un mar
interior como un lago de apariencia apacible y soleada que suele
jugar al espejuelo con el sol.
El
padre de
Amina, Lahcen Filali, que había denunciado a Mustafá de “corrupción
de menores”
y
“perversión”
en cuanto apareció en el hospital de Larache con el cianótico
rostro exánime de envenenada, decía con lágrimas en los ojos, que
nunca quiso rechazar a su hija, y que no podía imaginar que Amina
tomara aquella firme resolución fatal.
Era la
sórdida historia rural de miseria, martirio, lujuria y honor –o
deshonor-- que tantas vidas de niñas apenas núbiles ha costado en
el África islámica, remedando aquellos dramas de capa y espada que
inspiraron a los españoles de los siglos XVI y XVII.
Lo
dramático es que medio milenio de vecindad entre las dos orillas, no
haya servido para acercarlas, y que el artículo 475
del código penal marroquí sancionado por el actual monarca, zanje
la desfloración de una menor por un zafio estuprador caprichoso,
pasando por encima de la ofensa, consagrando la injusticia,
condenando a cadena perpetua sólo a la víctima inocente que aún
jugaba a las muñecas despojada cruelmeente de la infancia y
casando al ofensor con la ofendida.
Darío Vidal
15/03/2012
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