“No
tenemos poder, mas que ante los que hemos otorgado autoridad sobre
nosotros”,
decía Hermann Hesse como les he comentado alguna vez. Y es cierto.
Lo malo es que en España hemos dado poder sobre nosotros a Angela
Merkel, que está a punto de acabar con Sarkozy; que ha provocado la
dimisión del gobierno holandés; que ha arruinado a Grecia, Irlanda
y Portugal predicando la “Europeidad”
y, lo que mas nos preocupa, ha dejado a España sumida en la recesión
en los ultimas horas, a pesar de los recortes, los sacrificios y la
sumisión del Gobierno. ¿Y qué tenemos que hacer para ponernos a
salvo si se hunde por obedecer? Porque ¿a quiénes hemos otorgado
poder los españoles: a la Cumunidad Europea, o a Alemania?
Aparte
de la absolución judicial, anteayer mismo, del primer ministro de
Islandia Geir Haarde por el colapso del sistema bancario, que llevó
al país a la bancarrota en 2008 por una pequeña falta de
“negligencia” sin importancia (¡Que vergüenza!) que acaba por
consolidar la impunidad de los poderes económicos, las maniobras de
los banqueros; las indicaciones de los economistas; las previsiones
de los politólogos y las profecías de los gurús, nos han cubierto
de ridículo, de vergüenza y de indignación. O son unos impostores
y unos inútiles, o son algo peor como creen aún los bienpesantes.
Esta
sociedad no puede más. No tiene más. Y, sobre todo, no es
responsable –y menos culpable-- del despilfarro, el derroche, el
pringue y la desvergüenza de los que se han arremangado para amasar
la pasta.
Ayer
me distraje aquí sin encarar el problema como si no hubiera que
tomar medidas, asumir decisiones y arrostrar los errores, Pero
pensábamos que lo había hecho por nosotros el equipo de gobierno. Y
ahora, solo unas horas después, los directores de esta pamplina
colosal que guionizan con la mayor frivolidad cuatro estafadores en
el océano de Poniente, dicen que el barco se hunde sin remedio y que
la España del milagro, fagocitada por la especulación ilimitada,
está en quiebra. Entre todos la mataron y ella sola se murio. Nadie
lo vió, nadie lo intuyó, nadie lo previó, nadie lo atajó. El
señor Aznar abrió el veda de los parcelamientos salvajes para que
otros levantaran complejos como el de “El Algarrobico” en el Cabo
de Gata, al borde mismo de la playa, burlando la Ley de Costas, en
Carboneras, Almería.
Si
hay que enmendar las cosas, háganse con rigor, priorizando las
acciones, haciendo que el dinero torne a sus administradores,
enmiende su hiperplasia –en autonomías, diputaciones y comarcas--
y reconvierta a los funcionarios --con asesores, despachos, parques
móviles y asignaciones de libre disposición-- en empleados
productivos; haciendo que aquellos no sean más vitalicios que estos,
y estos respondan de sus actos penalmente si fuere preciso. Y solo
entonces, si es necesario, se recorten los presupuestos para
Investigación, Educación, Sanidad y Pensiones.
Darío Vidal
24/04/2012
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