Oíamos
ayer a Jose Antonio Griñan prometer en radios y televisiones por
su conciencia y honor –¡ya no se jura!--, cumplir y hacer cumplir
… las obligaciones propias de su cargo, que tampoco son tantas ni
tan onerosas como para exigir un solemne compromiso explícito.
Bastaría con aceptar el cumplimiento implícito del septimo y el
décimo Mandamientos, aunque imagino que debe producir cierto sonrojo
comprometerse a no robar.
A nuestro
conocido “Urdanga” no le hicieron jurar y eso ha salido
ganando. Debió pensar que, como no se había comprometido a nada, no
era responsable de que se desviasen los fondos de las “oenegés”
para niños enfermos que administraba. Claro que él no era
noble, la noble era doña Cristina de Borbón y Grecia. Aunque ella,
que es una chica de su tiempo, debe pensar que esas monsergas son
cosas medievales y que por ese camino no se va a ninguna parte. Se
explica ahora que el Príncipe Felipe, que renunció al amor
adolescente de Isabel Sartorius y al más maduro con Eva Sannum tras
una seria crisis familiar contrariando por razón de Estado su
inclinación, se haya distanciado últimamente de las Infantas. Dijo
que no renunciaba a elegir esposa para que nadie se la impusiese, por
lo que estableció relaciones con Victoria de Carvajal, Isabel
Sartorius, la estadounidense Gisella Gigi Howard, la
paquistano-canadiense Yasmin Gahuri con quien coincidio en las
Olimpiadas, Gabriela Sebastián de Erice, hija del embajador en
Alemania, Marcela Cuevas, Viviana Corcuera, Viviana Dellavedova, la
modelo checa Alicia Krezjlova, la modelo noruega Eva Sannum, y Diana
Martínez-Bordiú, hasta contraer matrimonio con Letizia Ortiz
Rocasolano que está siendo el amor de su vida, al decir de los
observadores y la propia Zarzuela.
Da la
impresión de que el compromiso personal de Su Alteza ha sido asumido
con la misma seriedad en el terreno dinástico. Si es así, merecen
la pena los años de formación, de estudio y peparación sosegada
para reinar. Aunque quienes no sean nobles no puedan comprender la
renovada exigencia de ejemplaridad, esfuerzo, liderazgo y
generosidad que demanda el oficio de “Princeps”. Por
eso el nuestro no es tiempo de príncipes. Todo el mundo es capaz de
dejarse abrir la puerta del coche con cierto porte de lider, pero
soló los líderes son capaces de elegir, decidir, dirigir y asumir
las responsabilidades. Y no hablo de Nobles sino de Hombres –de
personas si se prefiere-- capaces de convocar a los otros en su torno
sin solicitarlo ni mendigar en las elecciones para “prometer
lo que no se ha de cumplir”.
Según la
vieja acepción de “Nobleza” que inspiró a los primeros reyes,
sólo el excelente puede ser “princeps”, principal,
ejemplo, modelo, líder, caudillo, depositario de la responsabilidad
asumida hasta el sacrificio. Por eso Urdangarín no será nunca
noble.
Darío
Vidal
06/05/2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario