Creíamos
en el canciller Adenauer, el hábil político con rostro de “sioux”
impávido y trazas de “bull terrier”, porque fue un alemán
que creía en Europa y poseía el suficiente sentido del humor como
para pensar que “un prusiano es un eslavo que ha olvidado quien
fué su abuelo”. Y si le
hubiesen tentado con el nazismo hitleriano que le tuvo encarcelado,
habría dicho que “los alemanes son belgas con
megalomanía”. Él no podía
ser el doloso inspirador del complot contra Europa que
administra Angela Merkel para el naciente IVº Reich, ahora ya sin
ningún pudor.
El sueño
corolingio de los ilustrados bienpensantes, que después de las
guerras de 1914 y 1939 soñaban con restaurar el Imperio de Karl
der Grosse, Charlemagne, Carolus Magnus o Carlomagno, con el
propósito de que los europeos olvidasen la rapiña y las contiendas
para convivir en armonía como descendientes de Roma, se acaba de
romper. En cuanto “la Germania” ha recuperado la memoria de su
origen como decía el Canciller de Hierro, ha tirado al monte. Y será
la tercera vez en una centuria.
Primero se
reunificó Alemania, luego se fabricó armento y después se
restituyó un ejército llamado “bundeswehr” en vez de
“wehrmacht”, lo que tranquilizo mucho a los vecinos,
porque no querían ver a un aleman ni con un tirachinas. Pero los
prusianos sienten especial fascinación por los uniformes y las
gorras, sobre todo si son de plato, con bisera de charol y un alto
copete de seis dedos que permita prender en lo más alto un escudo
con una feroz águila rampante. Les pasa lo que a Woody Allen: que
“cada vez que oyen musica de Wagner les entran ganas de invadir
Polonia”. Pero como no es posible invadir a los vecinos tres
veces cada siglo, los correligionarios de doña Ángela pensaron que
la última aventura imperial debía gestionarse con armas más
sutiles y con menos estropicio.
Trabajaron
con dureza durante años y los antiguos sojuzgados le expropiaron el
ejército y las armas para evitar tentaciones, pensando que se
habrían olvidado también los agresores. Mas no fue así.
Por el
contrario, Alemania se había acomodado en la U.E. que debía salvar
al Continente de veleidades hegemónicas, se adueñó del gobierno
del Banco Central Europeo, y ya dicta normas a las “colonias”
para que le paguen los creditos que contrajo con la banca
estadounidense.
Así que
han establecido un nuevo orden feudal como el del Iº Reich Romano
Germánico del 962; el IIº Reich de 1871 que emerge de la Francia
napoleónica con Bismarck, y el IIIº Reich de 1933 inspirado por el
nazismo de Hitler. En este inicio de siglo, la canciller Merkel,
llegada del frío, sabe que no se debe arriesgar a nuevos embargos
como en sus anteriores derrotas y que se puede aniquilar y esclavizar
a los pueblos de modo más sutil. Así ha nacido el IVº Reich.
Sólo Dios sabe a dónde llevará.
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