Estoy con
el obispo. ¡Quién lo dijera! Pero la Verdad es la verdad, y además
es verdadera. Qué vamos a hacerle si el gran Juan de Mairena
razonaba que, en materia de veracidad, no cabe distinguir entre
Agamenón y su porquero
Estoy de
acuerdo con el magisterio episcopal por los menos en dos cosas: en
valorar como un sarcasmo y un pillaje la negativa a devolver los
bienes eclesiaticos oscenses detraidos/sustraidos por la diócesis de
Lérida pasándose por el arco del triunfo los sucesivos dictámenes
vaticanos (ya no se obedece ni a Dios, por lo menos en Cataluña) y
la segunda, en calificar como un error grave del Gobierno la
instalación de un garito –lujoso, valioso y ostentoso, pero garito
al fin-- en “Eurovegas”, sea en Barcelona, en Madrid o en los
Monegros.
Ya está
dicho.
Pero no
porque constituya moralmente una “podredumbre” como opina
el obispo de Getafe don Joaquín María López de Andújar y Cánovas
del Castillo, que es un argumento dialécticamente discutible, sino
porque Las Vegas –y más llamándole “Eurovegas”-- es una
iniciativa mercantil que atufa, que hiede, que apesta, que asfixia,
sofoca y provoca arcadas. Y no ya por razones solamente éticas, sino
por causas estrictamentde sociológicas, y una concepción metafísica
del existir que excluye la trascendencia.
El rabino
Adelson no cortejaba el enclave menegrino --¡qué risa, tía
Luisa!-- pero sí las capitales suntuosas de España, como insinuó
hace unos días jugando al “pique pueril y provinciano”
entre las dos ciudades más populosas del entorno.
No se trata
de crear un proyecto industrial de vanguardia con mucha producción y
pocos residuos; no de favorecer el establecimiento de una universidad
de élite en investigación avanzada; no de concebir una suerte de
centro de alto rendimiento deportivo, para acometer empeños
desmedidos como unas perpetuas “olimpiadas”, ni tampoco de
concebir una unidad de pedagogía avanzada para estimular a alumnos
“superdotados” desde las primeras letras hasta el doctorado...
Nada de
eso. Madrid y Barcelona están haciendo el ridículo mientras el
neoyorquino señor Adelson agita la zanahoria para ver quien da la
zapateta más vistorsa y divertida de la exhibición. Una pugna en
que las ciudades no van a porfiar por la excelencia ya que no
competirán por nada. Su mundo va a ser una caja vacía que nada va
a contener ni va a aportar. Me opuse a este proyecto en los Monegros
como ahora en cualquier lugar.
Aquí la
materia prima será lo que la plusvalía: ocio, vicio, droga, juego,
delincuencia, mafias, redes gangsteriles, lujo fácil, trata, sexo a
todos los precios, crimen organizado y delincuencia espontánea.
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