“Estat Catalá”, “Centre Nacional Catalá” -luego “Unió
Catalanista”- “Lliga Regionalista” y “Esquerra Republicana de
Catalunya”, son poco más o menos las etiquetas del pre-separatismo
y el secesionismo que se cocieron en la Marca Hispánica desde 1812
con la proclamación de “La Pepa” y los sucesivos años de
decadencia que marcaron “El Año del Desastrre” en 1898. Allí
se desgajaron la colonias convertidas en estados nacionales por la
gracia de los masones criollos, y allí fue a desembocar la apetencia
política de una parte de la burguesía catalana
Una
vez más, los burgueses, que habían medrado a la sombra del Estado,
en ocasiones tejiendo y cortando los uniformes de los soldados
españoles –también vascos y catalanes--, que se implicaban en las
contiendas coloniales en América, Asia y África –como los
“bizcaitarras”, que fundían y armas ligeras en Eibar-- eligieron
medrar con la secesión.
Pero
ni unos ni otros pertenecían a la nueva sociedad mestiza, sino que
eran hijos de los fundadores de la vieja España, fundida, refundida
y refundada en todas las adversidades y victorias a lo ancho del
mundo, en hazañas en que tambien participaron generosamente. Mas las
Españas se quedaron aparentemente sin tarea desde el descalabro de
Cuba y Filipinas, con un ejército diezmado y destruido, y una
bizarra flota de madera, sin presupuesto y más apta para el museo
que para hacerse a la mar.
Unos,
y con ellos la mayor parte de los catalanes como el resto de
españoles, asumieron que venían tiempos difíciles y habrían de
atravesar el desierto “sin apartar de
sí aquél cáliz”,
pero algunos prefirieron travestirse de “indianos” e inventarse
una nueva patria desgajándola de aquella que entre todos edificaron.
En su apoyo llegó el tardo-romanticismo inventor de mitos, algunos
tan sugestivos como falsos, tan hermosos como falaces, y en la Torre
de Babel tocaron a romper filas. Y unos por lucro, otros por medro y
los de mas acá para hacer posible lo deseado a deshora, se pusieron
a demostrar tésis tan estrafalarias como las del inefable doctor
Robert –no el de los Beatles precisamente sino Bartomeu Robert
Yarzábal-- trasvasado desde Méjico a Barcelona como tantos
burgueses “gachupines”
criollos de la última parte del XIX, luego alcalde de Barcelona,
médico, rector de la Universidad, presidente de La Lliga y sesudo
investigador, quien demostró científicamente que la “raza
catalana” (constituida
por la mezcla de fenicios, judíos, griegos, cartagineses, romanos,
visigodos, bereberes, árabes y un creativo “cocktail” del resto
de españoles e iberoamericanos) era la mas inteligente del mundo
porque su masa encefálica pesa cien gramos mas que el resto de los
mortales, cosa que le agradecieron sus paisanos de adopción con un
monumento de doce metros.
Lástima
que no quede ni un libro suyo. Pero todo se andará.
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