domingo, 9 de junio de 2013

MARCA ESPAÑA


Decía Camilo --ya saben, Camilo José, que nunca pecó de modesto gracias a Dios--, que conocerle era una exigencia cultural de bachillerato y el que no le conocía no merecía pasar la Selectividad, ese atroz apocalipsis que tiene conturbados a todos los docentes y discentes en las televisiones autonómicas.
Opinaba también que era quien más había perjudicado a la Literatura española, por las serviles imitaciones de sus epígonos. Y puede que tuviera razón, como la tendría Ferrán Adriá si tal dijese después de haber dejado los venerables y primorosos hallazgos populares, las sabias, recatadas y honestas marmitas artesanas, y la profunda y juiciosa “nueva cocina” vasca, a las que están poniendo perdidas de espumas, crujientes, cremas, mousses, gelatinas, fundentes, congelados, esferas, nitro-geles y “guisos emocionantes” que “dan miedo” --como escribía uno de ellos--, por sus penachos de vapor a doscientos y pico grados bajo cero, que nada añaden al paladar, aunque “priva a los comensales ciegos de tal espectacularidad”. No puede extrañar que el hospitalense, agotado de innovar, haya dejado las cocinas para descansar algún tiempo.
Sorprende no poco que este apostol del nitrógeno, como los elegidos por el secretario de Estado Jaime García-Legaz para la “Marca España” en la cocina, tenga mas interés en el marketing que en la memoria del paladar, reduciendo la idea imperial, la épica americana y una ejecutoria milenaria, a un logotipo. “Coock & Fashion” ha sido la idea-fuerza de Hermosin para impulsar la “Marca España” y “ganarse el corazón de Europa”, mostrando vestidos femeninos, un recetario, y el manido flamenco, con tal falta de imaginacion, fantasía y conviccion, que no cabe esperar ningún milagro. Eso es confundir el culo con las témporas.
Lástima que el “chef” de Sant Celoni Santi Santamaría, que nos dejó en la malaya Singapur de un infarto en 2011 (como Vázquez Montalbán en la tailandesa Bangkok en 2003) no tendrá ocasión de alzar la voz contra ese desafuero oficial, ese fraude institucional y esa mamandurria para cuatro desahogados que se apuntan a un bombardeo para “estar” aunque no “sean”. Si la “intelligentzia” de este país fuese inteligente como la britanica por ejemplo, habría descubierto que, si en el colegio se estudiase Historia, no harían falta vendedores de humo. Ni habría que recurrir a la estupidez de “la Roja de la cocina” tal como me ha enseñado Ismaél Ferrer Pérez, un profesor pirenáico de Cocina en el Instituto de Caspe, que ha presentado un proyecto para las escuelas de hostelería y hace patria como hay que hacerla, desde el ámbito de las propias competencias y no poniéndose camisetas de colores. Gracias a él, un grupo de alumnos a los que ha enamorado de la cocina, se diseminan desde Aragón trabajando desde los platos originales a las recetas mas creativas. Eso sí que es “Marca España”.

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