Dicen por
esta tierra que “En Aragón, a buen servicio mal galardón”.
Lo mismo que cuando España
abandona a los traductores afganos a su suerte convertidos en basura
tras el repliegue de sus
posiciones de Herat y Badghis. La deslealtad nunca es un consuelo
pero la gratitud, cuando existe, parece ser un sentimiento
interpersonal aunque no un fervor institucional. Un político
americano dijo, no sé si con pesadumbre o con cínica vanagloria,
que “solo hay una opción peor que ser enemigo de los
EE.UU: ser su amigo”. Menos
mal que el presidente Obama ha puesto a salvo a sus colaboradores
nativos, en esta ocasión.
Puestos
a utilizar citas no confirmadas, cabría remitirse a la supuesta
autoridad de quien dijo aquello de que “cuanto mas
conozco a las personas más quiero a mi perro”,
que unos atribuyen a Diógenes el Cinico y otros a “Parerga
y Paralipómena” de Arthur
Schopenhauer.
En
cualquier caso, a cambio de saber la verdad asumo el sonrojo de que
me represente un Gobierno como el actual que, para nuestra vergüenza,
no difiere tanto de aquel de la “honra sin barcos”
y del que calzaba a sus soldados de África con alpargatas que habían
sustituído la suela de cañamo por cartón trenzado que se
desintegraba al contacto con la arena ardiente del desierto. No vayan
a pensar ustedes que lo de los políticos es cosa de ahora.
Nada
tienen que ver los traductores afganos actuales, dedicados a
favorecer el diálogo entre sus compatriotas y a cooperar con los
soldados españoles, con los sicarios Audax, Ditalco y Minuro que
según la leyenda vendieron a su caudillo Viriato. El gobernador de
la Hispania Ulterior, Servilio Cepion, jamas les hubiera dicho
aquello de que “Roma no paga a los traidores”
porque los traductores españoles no han traicionado a nadie. Pero
nadie puede estar a salvo del odio gratuito, la intransigencia y el
fanatismo de los talibanes que prohiben cantar, bailar, escolarizar a
las párvulas, oir la radio, leer el periódico a quien sabe leer,
sanar a las mujeres y dejar que salgan del hogar sin ser custodiadas.
Nadie
que se considere humano puede abandonar a los traductores afganos,
como a los “saharauis”
tras la vergonzosa descolonizacion de Marruecos después de la
ominosa Marcha Verde. Hay servicios que no se saldan con unas monedas
porque lo empeñado puede costar la vida, aunque los traficantes de
armas sean tan insensibles como los compradores de almas. Y nada
importan estos hombres con los que los soldados españoles han
compartido el azar y el miedo, la vigilia y el sosiego, la ventura y
el riesgo, la vida y la muerte.
El
ministro de Defensa Pedro Morenés ha rescindido sus contratos
después de diez años de colaboración y han de pedir asilo en otros
paises.
A
eso se llama “Marca España”
señor Rajoy.
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