martes, 14 de enero de 2014

“TERNASCO ARAGONÉS” DE ISLANDIA


¿Saben ustedes por dónde cae Islandia?
No, no Irlanda, no: ¡Islandia!
Bueno, pues parece que es una nación insular de 331.000 habitantes –solo en Zaragoza City moran 682.000 almas--, que se sale del mapa por el Atlántico Norte y que significa “Tierra helada”. Como Aragón, en cuyas costas vivían las focas y, hasta anteayer mismo, los pingüinos.
Al “vecindao”, que apenas acepta el “calcero” por mas o por menos, le gusta la vaca y el cordero como a nosotros. Y el reno. Y el caballo, aunque a mi eso me parece como asesinar a un amigo: lo mismo que si se tratase de “Pirata”, mi escarolada, traviesa, juguetona, incansable y divertida “shih tzu” tibetana, que lo último que esperaría de mí es que la sacrificase para guisarla. Me espeluzna la idea de traicionar a mi noble “perro-león”, al bello “perro-crisantemo”, al elegante “perro-Xi-Shi” --que es como se llamaba la dama más hermosa de la China antigua--: un ser demasiado sagaz, intuitivo, inteligente, abnegado y servicial como para reducirlo a una referencia culinaria. Lo mismo que un podenco ibicenco, un “can de chira” aragonés, un labrador de Terranova o un pastor islandés.
Me parece más razonable convertir en fiesta y comilona a un tiburón marinado o las morcillas de sangre -“slátur”-, aunque no tanto los dudosos “escrotos” de carnero –aunque aquí algunos coman “criadillas” que no son sino el relleno--, si bien no los sustituiría tampoco por unas mullidas “ubres de vaca” de Marco Gayo Apicio, adobadas con “garum” latino.
No opinaré del aguardiente “esbrennivin” de patata fermentada, pero deploro que los islandeses se constriñeran a la sobriedad impuesta durante siglos por el desconocimiento del tubérculo andino que iba a redimirles del húmedo clima subpolar oceánico y de las noches árticas, por muy esplendorosas que sean las auroras boreales y pasmoso el exotismo térmico de los abrasadores jéyseres brotando de entre el hielo. Yo no creo que pudiera consolarme de la privación de un buen “tinto” y un “ternasco” de secano perfumado de romero, a trueque del azufrado borrego “primal”, penetrado de “fumarolas” volcánicas y aterido del brumoso relente de la tundra ocupada por el 63% del territorio, que es lo único que no invaden los glaciares ni minan los volcanes .
Y ahí es donde alguien de Aragón ha concebido el guión más “buñuelesco” imaginable. El “Alcampo” de Zaragoza (Aragón) anuncia el “Ternasco de Aragón con denominación de origen, por 13'75 euros Kg “, exhibiendo como garantía de calidad que es: “Nacido en Islandia, cebado en Islandia, sacrificado en Islandia, y despiezado en Islandia”.
Dios nos dote de productos más fiables: Porque con esta traición nos estaría vedado incluso el foral Privilegio de Manifestación.

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