martes, 21 de enero de 2014

FOGATAS DE ARAGÓN


Aragón está en llamas a estas alturas del año, como en el solsticio de verano. Pero este primer incendio de capricornio tal vez sea mas apetecido que el que sobreviene en el estío, aunque ambos partan por igual de la cristianización de la paganía latina.

Estas fogatas de enero desentumecen más la fantasía porque el culto al sol se aviene mejor con las rogativas penitenciales de las brumosas noches invernales que con las estivales expansiones verbeneras teñidas de sobresaltos, lúbricos retozos y lujuria contenida, como la “sanjuanada”. Mientras que “San Antón”, San Honorato, San Sebastián, San Blas, los adustos santos de capa y “Santa Aguedeta” la de los pechos cercenados, parecen mas dados al ayuno, la mortificación y los cilicios.

Ignoro por ejemplo la época en que nació la “encamisada” de Estercuel aunque digan que “en la oscura noche de los tiempos”, pero es posible que no vaya más alla del Renacimiento. Distintos son los santos de capa, aunque parecen más recientes las procesiones de disciplinantes con antorchas de propósito penitencial en la Contrarreforma, o intención intimidatoria si un coselete de los Tercios barruntaba un ribete de herejía.

Las “encamisadas” eran nocturnos golpes de mano fulminantes a las posiciones flamencas para sembrar el pánico y abastecerse de viveres, caballerías, bastimentos y munición en terreno enemigo, por sorpresa y con temor --incluso sobrenatural-- en medio del denso silencio, pues sólo estaban permitidas las taimadas armas de filo y nunca las de fuego, mientras flameaban las albas camisas que cubrían las armaduras para evitar destellos delatores: lienzos que fingían espectros o sudarios brujeriles, mientras los incendios atemorizaban al enemigo. 
 
Lo que nadie sabe decir hoy es qué relación tiene Estercuel con San Antón, y qué esa bélica algarabía de los ataques nocturnos de los Tercios con una supuesta mala epidemia que dicen que sufrieron y desconozco.
En invierno y en verano el Mediterraneo arde en una gozosa fiesta de fuego, impetrando al Dios-Sol (acaso “Aken-Atón”) que no se olvide un día de girar, para asegurar a los mortales la precesión de las esferas que garantizan las cosechas y la vida, cosa que ha olvidado esta estúpida generación nuestra, que se enfrenta nuevamente a las centrales nucleares sin saber aún cómo tratar sus residuos; al sigiloso “fracking” de los estratos geológicos sin prever el emponzoñamiento del Planeta con metales pesados; a los cultivos falsamente ecológicos y los transgénicos, sin conocer aún sus efectos posiblemente indeseables, y a la clonación de animales superiores sin resolver sus muchos problemas biológicos –como los de la oveja “Dolly”-- ni los desafíos éticos, como la tentación de “ser como dioses” no habiendo aprendido apenas a ser hombres.

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