martes, 3 de junio de 2014

EL REY Y LA REPÚBLICA


No por esperado ha sido menos sorprendente. El Rey ha decidido abdi-car en el príncipe Felipe ante el regocijo de Cayo Lara y los comunistas sin memoria. Viva la República. 
 
Aún siendo partidarios de todas las reformas que exija el confortable acomodo de los españoles, después de admitir juiciosamente que nadie está instalado totalmente a su gusto, convendría plantearse con la mayor cordura cuáles son las prioridades del momento presente. Y cabría preguntar a algún político imaginativo en qué sería diferente la España de hoy, si en lugar de un monarca constitucional presidiese el Estado un republicano constitucional, cuando alguien ha caracterizado a Juan Carlos como “un rey republicano”
 
Claro que la vida es evolución, movimiento y camino, pero es insensato apelar a la desmemoria. Y no parece de cuerdos querer hacerlo todo a un tiempo, a no ser que pretendamos retrotraernos a “la Revolución Pendiente” que no habrán olvidado ustedes. Veamos pués cual puede ser la más sensata prelación. Lo urgente, lo razonable y lo político, tal vez no es escoger los colores de una bandera sino desterrar la corrupción de las esferas del poder, aunque se trate de infantas y princesas. Pero también se trata de barrer bajo las alfombras de los partidos, los sindicatos, la judicatura, la fiscalía y la Justicia. Hay que juzgar con diligencia el “qué” y no el “quién”, sin tener en cuenta el color de los magistrados, para no caer en la tentación nauseabunda de la prevaricación. Y, al mismo tiempo, desenmascarar las mentiras de las “crisis cultivadas” y enmendar la injusticia de los políticos que han acudido al rescate de los estafadores, valiéndose de los ahorros y el sudor de los estafados de “las preferentes” y otros caníbales ingenieros financieros. 
 
No carecemos de Leyes sino de ciudadanos valerosos que se atrevan a aplicarlas. Y nos sobran muchos galopines como los presidentes de ciertos bancos que se dotaron de indemnizaciones multimillonarias “para no discriminar a sus empleados jubilados”(?) quienes recibían un poco de calderilla cada mes, y luego pretendieron rehabilitarse restituyendo lo “afanado” en concepto de pena, multas y cárcel, como si fuese dinero suyo.
 
Algunos otros prefieren agitar también el ectoplasma de la Republica antes que exigir trabajo, pedir justicia y demandar reparación a los que nos roban. Son los cayistas, los separatistas convergentes y activistas de Amayur que aspiran a pescar en el fango, heridos por un rencor hacia sí mismos por el adoctrinamiento de ideólogos nativos, que hacen desear a los advenedizos “xarnegos” y “maketos” pertenecer a la casta de los moradores primitivos, los primeros pobladores y la raza pura, surcada de apellidos visigodos, mudéjares, islámicos, mozárabes, judíos y marranos, con perdón, que hemos hecho amandonos y odiándonos, huyendo o conquistando, conviviendo o peleando, en las cuatro esquinas de este pueblo antiguo.

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