martes, 15 de julio de 2014

PROVOCACION PARA EL ODIO



No porque se module con un lenguaje incruento deja de ser odiosa la provocación. El escamoteo reiterado de la voluntad de la población convierte la democracia en tiranía, como sucedió con el acceso legal de Adolfo Hitler al parlamento alemán utilizando las urnas. Lo mismo que la dolosa actitud de un gobierno –que me niego a calificar como nuestro-- que comenzó incumpliendo su programa cínicamente y que actua abiertamente contra los intereses de la gente para servir los de otras instancias. No puede extrañar que muchos hayan acogido el triunfo de los alemanes en el Mundial como una señal de mal augurio. Esperemos que Pedro Sánchez allane el camino.
Mas nada de eso parece relevante frente a la ineptitud, la cobardía y el hipócrita cinismo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ese inútil funcionariado hipertrófico y prescindible, que ha sido esterilizado “ab initio” por un reglamento concebido para no actuar, mediante restricciones, “vetos” y cuotas de poder.
Ahí tenemos otra vez la criminal escalada sionista de Benjamin Netan-yahu como la de la Explanada de las Mezquitas del innombrable Ariel Sharon estrellándose contra la demanda de paz de tantos judíos de buena voluntad. Importa menos aún la opinión del resto del orbe. El gobierno de Israél ha decidido ya que el asesinato --incalificable y abyecto-- de los tres estudiantes autoestopistas en Gaza, va a vengarse con la muerte indiscriminada de miles de paisanos inocentes por tierra y aire, entre ellos niños, mujeres y ancianos que no dejarán huella prevaliéndose del amparo de los Estados Unidos –el único país del mundo que tiene una dotación presupuestaria para subvencionar a otro estado--, que goza de derecho de “veto” para orientar las decisiones de la ONU y capacidad suficiente para dirigir la llamada política internacional y los “lobbys” judíos diseminados por todo el planeta.
Decía Ortega y Gasset que “entre los que contienden se opera una increible nivelación de temperamentos”. Es cierto. Como entre los que comparten sábana y colchón. Y cuando la convivencia es más prolongada, la impregnación es mas intensa, qué duda cabe. Así es que nadie va a salir en defensa de los palestinos, que probablemente tienen casi tantas culpas como sus rivales y además están clamando desde Bagdad por la invasión cruenta de Al-Ándalus, como si antes del año 711 no hubieran existido los tartesios, el Vaso Campaniforme, los fenicios, los griegos embelesados con el cimbreo de las danzarinas gaditanas y las legiones de la citerior.
Nadie defiende el integrismo islámico, la imposición de los talibanes ni el analfabetismo pasional de Abu Bakr. Hay que abogar por la convivencia civilizada puesto que el hombre ha de ser la medida de todas las cosas. Pero es miserable bombardear al que se defiende con piedras llevando como casco una “kufiyya”. Se trata de inventar con Daniel Bareimboim.
Darío Vidal
15 / 07 / 2014

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