No porque
se module con un lenguaje incruento deja de ser odiosa la
provocación. El escamoteo reiterado de la voluntad de la población
convierte la democracia en tiranía, como sucedió con el acceso
legal de Adolfo Hitler al parlamento alemán utilizando las urnas. Lo
mismo que la dolosa actitud de un gobierno –que me niego a
calificar como nuestro-- que comenzó incumpliendo su programa
cínicamente y que actua abiertamente contra los intereses de la
gente para servir los de otras instancias. No puede extrañar que
muchos hayan acogido el triunfo de los alemanes en el Mundial como
una señal de mal augurio. Esperemos que Pedro Sánchez allane el
camino.
Mas nada de
eso parece relevante frente a la ineptitud, la cobardía y el
hipócrita cinismo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
ese inútil funcionariado hipertrófico y prescindible, que ha sido
esterilizado “ab initio” por un reglamento concebido para
no actuar, mediante restricciones, “vetos” y cuotas de
poder.
Ahí
tenemos otra vez la criminal escalada sionista de Benjamin Netan-yahu
como la de la Explanada de las Mezquitas del innombrable Ariel Sharon
estrellándose contra la demanda de paz de tantos judíos de buena
voluntad. Importa menos aún la opinión del resto del orbe. El
gobierno de Israél ha decidido ya que el asesinato --incalificable y
abyecto-- de los tres estudiantes autoestopistas en Gaza, va a
vengarse con la muerte indiscriminada de miles de paisanos inocentes
por tierra y aire, entre ellos niños, mujeres y ancianos que no
dejarán huella prevaliéndose del amparo de los Estados Unidos –el
único país del mundo que tiene una dotación presupuestaria para
subvencionar a otro estado--, que goza de derecho de “veto” para
orientar las decisiones de la ONU y capacidad suficiente para dirigir
la llamada política internacional y los “lobbys” judíos
diseminados por todo el planeta.
Decía
Ortega y Gasset que “entre los que contienden se opera una
increible nivelación de temperamentos”. Es
cierto. Como entre los que comparten sábana y colchón. Y cuando la
convivencia es más prolongada, la impregnación es mas intensa, qué
duda cabe. Así es que nadie va a salir en defensa de los palestinos,
que probablemente tienen casi tantas culpas como sus rivales y además
están clamando desde Bagdad por la invasión cruenta de Al-Ándalus,
como si antes del año 711 no hubieran existido los tartesios, el
Vaso Campaniforme, los fenicios, los griegos embelesados con el
cimbreo de las danzarinas gaditanas y las legiones de la citerior.
Nadie
defiende el integrismo islámico, la imposición de los talibanes ni
el analfabetismo pasional de Abu Bakr. Hay que abogar por la
convivencia civilizada puesto que el hombre ha de ser la medida de
todas las cosas. Pero es miserable bombardear al que se defiende con
piedras llevando como casco una “kufiyya”. Se trata
de inventar con Daniel Bareimboim.
Darío Vidal
15 / 07 /
2014
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