“CAPERUZAS” Y “TERCEROLES”
Cada vez
que sale a colación el singular tocado de los penitentes en la
Semana Santa del Bajo Aragón, alguien siente la tentación de
polemizar sobre la legitimidad filológica de las voces “caperuza”
y “tercerol”. Pero así como la primera tiene significado
en español por el arraigo latino de “caput-pitis”, “tercerol”
no quiere decir nada en nuestro idioma.
De
la raíz “caput”
--cabeza-- derivan “capuz”,
“caperuza”, “capucha”, “capota”
(sombrero femenino del XVIII) y una larga familia de palabras que
descubren su limpia etimología en diversos idiomas como “capo”
y
“Kopf”, frente a “testa” o “tête” emparentadas con
testuz. Y de ahi la inmersión de “capucete”,
“capitoso”
(cabezudo), “capitoste”,
“capitón”
(golpe en la cabeza), “capón”
(coscorrón con los nudillos), “caporal”
y
para designar prendas de cabeza,
“capelo”,
“capirote”,
“capucho”,
“capuchón”,
“capucha”,
“caperucha”
o “caperuza”.
Y “capuchino”
para nombrar a los hermanos franciscanos menores.
Llegados
a este punto, cabe preguntarse qué relación tiene el vocablo
“terceról”
con los nazarenos, los penitentes, los piadosos cofrades del Santo
Entierro de Nuestro Señor Jesucristo, y la Semana Santa. Y nadie
acierta a aventurar una hipótesis, o se ha tomado por los pelos,
como cuando los niños hacían trampa con “la prueba del nueve”.
En
el minucioso y paciente primer diccionario de 1611, o “Tesoro
de la Lengua Castellana o Española”
de Sebastián de Covarrubias, y en el laborioso “Diccionario
de Autoridades”
de 1737, aparece la voz “caperuza”
pero no “terceról”,
y lo mismo sucede en las sucesivas ediciones del “Diccionario
de la Lengua Española”
confiadas a la Real Academia, aunque sí figura luego la palabra
“tercerola”
referida a un arma de fuego: la carabina corta que usaba la
caballería, y “tercería”
que significa mediación, sobre todo en negocios galantes, o sea en
materia de alcahuetería. También constan en el diccionario el
artículo “tercenco/a”,
que es como se denomina la res de tres años, y “terciazón”
que es la tercera reja que se da a la tierra después de barbecharla.
Pero no aparece “terceról”
hasta
fecha más tardía y como catalanismo: “En
algunas cosas, el que ocupa el lugar tercero, como el remo de la
tercera bancada de una nave, o el rizo chico en los faluchos”. La
nave movida a remos podría ser una galera, como la de Don Juan de
Austria o Miguel de Cervantes antes de perder la mano siniestra al
vivir la “ocasión
más grande que vieron los siglos”
en la batalla de Lepanto. Y el falucho es una embarcación de aparejo
latino, con vela mayor, foque y mesana, mástil inclinado a proa y
codaste vencido, que se puede gobernar a remo, y que en la Armada de
la época se utilizaba como guardacostas.
He
oido defender el significado de la palabra “terceról”
apelando a la franciscana Orden Tercera, pero sus devotos son
“terceros”
o “terciarios”;
nunca “terceroles”.
Darío
Vidal
21 / 04 / 2015
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