lunes, 29 de junio de 2015

CAPERUZAS” Y “TERCEROLES”

Cada vez que sale a colación el singular tocado de los penitentes en la Semana Santa del Bajo Aragón, alguien siente la tentación de polemizar sobre la legitimidad filológica de las voces “caperuza” y “tercerol”. Pero así como la primera tiene significado en español por el arraigo latino de “caput-pitis”, “tercerol” no quiere decir nada en nuestro idioma.
De la raíz “caput” --cabeza-- derivan “capuz”, “caperuza”, “capucha”, “capota” (sombrero femenino del XVIII) y una larga familia de palabras que descubren su limpia etimología en diversos idiomas como “capo” y “Kopf”, frente a “testa” o “tête” emparentadas con testuz. Y de ahi la inmersión de “capucete”, “capitoso” (cabezudo), “capitoste”, “capitón” (golpe en la cabeza), “capón” (coscorrón con los nudillos), “caporal” y para designar prendas de cabeza, “capelo”, “capirote”, “capucho”, “capuchón”, “capucha”, “caperucha” o “caperuza”. Y “capuchino” para nombrar a los hermanos franciscanos menores.
Llegados a este punto, cabe preguntarse qué relación tiene el vocablo “terceról” con los nazarenos, los penitentes, los piadosos cofrades del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo, y la Semana Santa. Y nadie acierta a aventurar una hipótesis, o se ha tomado por los pelos, como cuando los niños hacían trampa con “la prueba del nueve”.
En el minucioso y paciente primer diccionario de 1611, o “Tesoro de la Lengua Castellana o Española” de Sebastián de Covarrubias, y en el laborioso “Diccionario de Autoridades” de 1737, aparece la voz “caperuza” pero no “terceról”, y lo mismo sucede en las sucesivas ediciones del “Diccionario de la Lengua Española” confiadas a la Real Academia, aunque sí figura luego la palabra “tercerola” referida a un arma de fuego: la carabina corta que usaba la caballería, y “tercería” que significa mediación, sobre todo en negocios galantes, o sea en materia de alcahuetería. También constan en el diccionario el artículo “tercenco/a”, que es como se denomina la res de tres años, y “terciazón” que es la tercera reja que se da a la tierra después de barbecharla. Pero no aparece “terceról” hasta fecha más tardía y como catalanismo: “En algunas cosas, el que ocupa el lugar tercero, como el remo de la tercera bancada de una nave, o el rizo chico en los faluchos”. La nave movida a remos podría ser una galera, como la de Don Juan de Austria o Miguel de Cervantes antes de perder la mano siniestra al vivir la “ocasión más grande que vieron los siglos” en la batalla de Lepanto. Y el falucho es una embarcación de aparejo latino, con vela mayor, foque y mesana, mástil inclinado a proa y codaste vencido, que se puede gobernar a remo, y que en la Armada de la época se utilizaba como guardacostas.
He oido defender el significado de la palabra “terceról” apelando a la franciscana Orden Tercera, pero sus devotos son “terceros” o “terciarios”; nunca “terceroles”.
Darío Vidal
21 / 04 / 2015

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