EL
EBRO VENDRÁ CRECIDO
La
presidenta del gobierno de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, esa suerte
de ninot de falla ataviado de giganta, ha estado viendo crecer el
caudal del Ebro como un dontancredo de yeso acodado en Boquiñeni,
Pradilla y Torres de Berrellén, tal que en un palco, con el
presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro, Xavier de
Pedro Bonet, para ver si el agua va a decidirse a pasar por debajo o
sobre los puentes de Zaragoza.
No
es un suceso sorprendente, porque se tiene noticia de devastadoras
crecidas desde el siglo IX en que el río se llevó por delante el
puente romano, o las inundaciones del siglo XIII en que Jaime I
construyó puentes de barcas e hizo roturar un soto para facilitar el
drenaje. En el siglo XVII y el XIX se arruinó la vega. Y la Noche
Vieja de 1960 en el XX, sus sedimentos formaron el galacho de
Juslibol, que es como aquí llamamos los meandros colmatados.
En esta ocasión hay que agradecer la lucha denodada de los vecinos,
los bomberos y la Unidad Militar de Emergencia, que han evitado
víctimas personales, aunque más del noventa por ciento de la tierra
de labor se haya perdido. Para el Gobierno de Aragón y la
todopoderosa administración del cauce, gestionar no consiste en
decidir, prever, proyectar y arriesgarse, sino en confeccionar
estadillos, llenar papales, firmar, firmar mucho, y estampar sellos
de caucho en oficios y circulares. Los funcionarios de dietas y
sueldo, apenas tienen tiempo para asombrarse mientras los vecinos
mueven sus tractores, desplazan los ganados a los escasos cabezos que
emergen de la llanura anegada, e intentan poner a salvo los aperos y
los muebles. Pero eso sí: pronunciarán discursos y elaborarán
estadísticas. Entre tanto, se ha decretado la alerta máxima en la
quinta ciudad más poblada del país, han tenido que evacuarse mil
quinientas personas y desalojarse más viviendas afectadas. Se estima
que la cresta de la crecida se está produciendo la madrugada de
lunes, y en el momento en que escribimos, el caudal es de más de
2.200 metros cúbicos por segundo, amenaza a Pina y sigue creciendo.
Todo
menos dragar, prevenir y actuar a tiempo como han hecho siempre los
hortelanos. Ahora se lo prohiben los que “saben de esas cosas”,
y aconsejan incinerar la carroña en vez de darla como alimento a las
alimañas –algo que no se le ocurriría ni al que asó la
manteca-- y persiguen a los que desbrozan montes y aclaran
cortafuegos. Es normal que haya incendios e inundaciones y, muy
pronto, urbanizaciones nuevas, porque ha dicho Rajoy en plena campaña
electoral que ya se puede construir sobre los bosques talados y
abrasados sin esperar a que pasen treinta años. Eso evitará, a
partir de ahora, los incendios provocados. Qué penetración
psicológica tiene el imaginativo presidente del Gobierno. Aunque
para hacerlo así, es preferible que la señora Rudi y el señor De
Pedro no se muevan.
Menos
mal que después de la riada llegará el deshielo.
Darío Vidal
10
/ 03 / 2015
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