lunes, 29 de junio de 2015

VACACIONES DE PASCUA

Íbamos surcando el año por los tiempos litúrgicos –Adviento, Navidad, Epifanía ...-- no sé si inconveniente o acertadamente, como un portulano, para no perder de vista los puntos cardinales, con más precisión que las estaciones, hasta que la vacación se ha impuesto sobre la fiesta porque parece que nos confiere una cierta conciencia de libertad frente a los periodos reglados de la festividad, mientras que la vacación es el desorden y el capricho inmediato. Aunque durante la vacación no sepamos qué hacer con las horas. Pero nos aburrimos en libertad aunque, como dijo D'Ors, “lo que no es tradición, es plagio” y hayamos de sustituir el rito por la costumbre para saber qué hacer. Y así tenemos el país removido, revuelto y agitado porque queremos vivir lo que otros viven pero en calidad de forasteros, que es un modo de no estar donde se está. Me guardaré mucho de declararme inmovilista. Hay que viajar y ver para conocer y comprender, pero sin buscar compulsivamente porque haya que hacer algo. Así estamos creando turistas sin tradición ni fundamento. Y vamos --porque hay que ir--, a ver el “paso del fuego” de las “móndidas” a la ermita soriana de la Peña en San Pedro Manrique, a fisgar “els diablets” de San Antón en el Maestrazgo aragonés, a contemplar la flagelación de “los picaos” del Viernes Santo en la riojana San Vicente de la Sonsierra, a sufrir con “los empalaos” cacereños de Valverde de la Vera, a oir “los tambores” de Alcañiz, o mejor todavía de los nueve pueblos del Bajo Aragón, o a presenciar la fantasmal procesión de la “encamisada” entre las fogatas de Estercuel, aunque sea barajando lugares, fechas y conceptos, como aquel que se quedó fascinado en Paris al ver “su famosa torre inclinada”.
Del brazo del turismo sin cultura –o algo peor-- la “Semana Santa” o “Semana Mayor” ha pasado a llamarse “Semana de Pasión” o “Vacaciones de Pascua”, cuando no “Fiestas de Primavera”. Y se cuentan los desfiles no por el número de penitentes sino por el de “pernoctaciones”.
No soy lo que se llama un beato. Desconfío tanto de los “creyentes” como de los “ciudadanos del mundo” porque suelen instalarse en obsesiones compulsivas, pero me parecen respetables los que han ido tejiendo escalonada
queda y sosegadamente, sobre la estameña compartida, las intuiciones colec-tivas. Lo contrario de quienes cubren con audacia o arrogancia su carencia de información, como al que oí llamar gorro días atrás a la “caperuza rizada” del Santo Entierro, que algunos comenzaron a denominar “tercerol” tiempo atrás, ignorando que tercerol es el remero de la trecera bancada de las galeras. No se sabe si con ello entronizamos la ignorancia o la pereza, que son hijas de los mismos padres. Pero explica que la que pudo ser Avenida de América o del Nuevo Mundo, la bautizase la pigricia sucintamente con el numeral de Quinta Avenida, sin dar ocasión al ensueño, la celebración o el homenaje. Porque ahora vamos con la vista pegada a la acera.
Darío Vidal
7 / 04 / 2015

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