VACACIONES DE PASCUA
Íbamos
surcando el año por los tiempos litúrgicos –Adviento, Navidad,
Epifanía ...-- no sé si inconveniente o acertadamente, como un
portulano, para no perder de vista los puntos cardinales, con más
precisión que las estaciones, hasta que la vacación se ha impuesto
sobre la fiesta porque parece que nos confiere una cierta conciencia
de libertad frente a los periodos reglados de la festividad, mientras
que la vacación es el desorden y el capricho inmediato. Aunque
durante la vacación no sepamos qué hacer con las horas. Pero nos
aburrimos en libertad aunque, como dijo D'Ors, “lo que no es
tradición, es plagio” y
hayamos de sustituir el rito por la costumbre para saber qué hacer.
Y así tenemos el país removido, revuelto y agitado porque queremos
vivir lo que otros viven pero en calidad de forasteros, que es un
modo de no estar donde se está. Me guardaré mucho de declararme
inmovilista. Hay que viajar y ver para conocer y comprender, pero sin
buscar compulsivamente porque haya que hacer algo. Así estamos
creando turistas sin tradición ni fundamento. Y vamos --porque hay
que ir--, a ver el “paso del fuego”
de las “móndidas”
a la ermita soriana de la Peña en San Pedro Manrique, a fisgar “els
diablets” de San Antón en el
Maestrazgo aragonés, a contemplar la flagelación de “los
picaos” del Viernes Santo en
la riojana San Vicente de la Sonsierra, a sufrir con “los
empalaos” cacereños de
Valverde de la Vera, a oir “los tambores”
de Alcañiz, o mejor todavía de los nueve pueblos del Bajo Aragón,
o a presenciar la fantasmal procesión de la “encamisada”
entre las fogatas de Estercuel,
aunque sea barajando lugares, fechas y conceptos, como aquel que se
quedó fascinado en Paris al ver “su famosa torre
inclinada”.
Del
brazo del turismo sin cultura –o algo peor-- la “Semana
Santa” o “Semana
Mayor” ha pasado a llamarse
“Semana de Pasión”
o “Vacaciones de Pascua”,
cuando no “Fiestas de Primavera”.
Y se cuentan los desfiles no por el número de penitentes sino por el
de “pernoctaciones”.
No
soy lo que se llama un beato. Desconfío tanto de los “creyentes”
como de los “ciudadanos del mundo”
porque suelen instalarse en obsesiones compulsivas, pero me parecen
respetables los que han ido tejiendo escalonada
queda
y sosegadamente, sobre la estameña compartida, las intuiciones
colec-tivas. Lo contrario de quienes cubren con audacia o arrogancia
su carencia de información, como al que oí llamar gorro
días atrás a la “caperuza rizada”
del Santo Entierro, que algunos comenzaron a denominar “tercerol”
tiempo atrás, ignorando que tercerol es el remero de la trecera
bancada de las galeras. No se sabe si con ello entronizamos la
ignorancia o la pereza, que son hijas de los mismos padres. Pero
explica que la que pudo ser Avenida de América o del Nuevo Mundo, la
bautizase la pigricia sucintamente con el numeral de Quinta Avenida,
sin dar ocasión al ensueño, la celebración o el homenaje. Porque
ahora vamos con la vista pegada a la acera.
Darío
Vidal
7
/ 04 / 2015
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