CRIMINALES, INÚTILES E INMADUROS
La tragedia posmoderna del Airbus de los Alpes nos ha
dejado sin aliento. No hay ordenador tan complejo como la mente, ni
fuerzas armadas que protejan del furor de un “creyente”,
la impiedad de un malhechor o la locura impredecible. Nadie es capaz
de desentrañar los sótanos del cerebro: ni los nuevos policías ni
los viejos “somatenes”, aquella policía rural catalana
que se esparció por toda España e hizo fortuna bajo el lema de “Som
Atents” --estamos vigilantes--, desaparecida en 1931 con la
Segunda República. Mas si el Estado no cumple su parte del contrato
y nos deja indefensos, tendremos que proveernos de armas de fuego
como las que tenían en sus casas los abuelos para defenderse de los
bandoleros, tal como la muy democrática Asociación de Amigos del
Rifle de los Estados Unidos.
Que a uno le desvalijen en su propia casa de una
maltrecha mesa gótica, un sillón del abuelo, un casco de la Guerra
con la huella del disparo que habría acabado con su padre, el viejo
reloj de pared, tinajas, cántaras y cantaricas, no ha merecido la
atención policial. Pero tampoco la anciana que atracaron en la Ronda
de Belchite (carretera de Sandalio) ni a la que dieron el tirón en
la calle de Escolapios de Alcañiz, corrieron mejor suerte.
También las pequeñas poblaciones como la turolense
Fuentes Claras estan habituándose al delito, aunque no a tan
violentos desenlaces como el de Luis Esteban Zorraquino, el
propietario de la tienda de ultramarinos que apareció maniatado y
muerto de una paliza en su casa. Y eso sugiere que además de rateros
y descuideros, hay ya bandas de criminales itinerantes organizados,
que se desenvuelven con facilidad incluso en lugares poco poblados.
El alcalde Joaquín Sánchez ha dicho que se están produciendo
oleadas de robos y, aunque algunos asaltantes no vayan armados,
matan.
Desde que en 1982 el ministro de Defensa Narcís Serra,
desmanteló las comandancias de la Guardia Civil y suprimió casas
cuartel y efectivos, como anticipo de otros desmantelamientos y
supresiones, la población rural esta desvalida, ya que sufre acechos
y seguimientos lo mismo que la acción de delincuentes que actúan en
segundas residencias, escuelas e incluso en los propios
ayuntamientos. Así es que si la Administración no toma medidas
urgentes y eficaces habremos de arbitrar otras contundentes para no
hundirnos como un rebaño con el miedo en el cuerpo. Si el Gobierno
no garantiza nuestra seguridad ni en casa ni en el aire, habremos de
procurárnosla nosotros y proveernos de pistolas. Como en el siglo de
los bandoleros. Las personas que no están ya desahuciadas por la
edad, se niegan a morir como Luis Esteban. Sobre todo cuando han oído
decir al subdelegado del Gobierno en Teruel, el inefable Valero Adán,
que para asegurar el Orden habría que poner un guardia civil a cada
ciudadano.
Piensan como de sus pilotos, los directivos de
Lufthansa.
Darío Vidal
31 / 03 / 2015
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