lunes, 29 de junio de 2015

ISLAMOFILIA E ISLAMOFOBIA

Cuando las turbas del nuevo Califato --tan obtusas, ignaras y cerriles--, perpetraron las destrucciones sacrílegas de la antigua Asiria, quise alzar la voz para denunciar que el atentado contra la cultura de un pueblo, su patrimonio, su identidad y su memoria, es peor que un homicidio, porque con ello no se aniquila a sólo un individuo sino a una concepción global de la existencia: un genecidio más culpable que un asesinato.
Entretanto los europeos, no sé si intérpretes de la moderación o de su propia cobardía, van salmodiando que Occidente no esta empeñado en una guerra contra el mundo árabe sino solo contra la intolerancia. Como si la intolerancia no fuera, en este caso, consecuencia directa del Islam.
La vida de los hombres se ha ido sedimentando en culturas como el Planeta en estratos geológicos, y salvo en el caso de los mahometanos, cada nueva sociedad ha admitido y respetado el patrimonio de las precedentes. Oriente Medio y Asia Central fueron cuna de muchas culturas antes de la invasión de los árabes, como los bereberes autóctonos que poblaron el norte de África antes de la Hégira. Ahora los musulmanes reivindican la España meridional, y enfrentan a sunitas y chiítas quemando sus mezquitas, además de reclamar parcelas de Filipinas y el Africa negra. Como si no hubieran existido pueblos ibéricos, celtas, griegos, hebréos, romanos y visigodos antes de los seguidores del Qurán, que, como creyentes de la “única religión verdadera”, se ven liberados de tolerar a los ídolos falsos y las supersticiones y creencias erróneas ideadas por el Enemigo.
Cuando se trata de disquisiciones meramente ideológicas, puede no haber enfrentamiento. Pero mezclar razón e inteligencia con dogma, doctrina, Teología y opinión, es el fermento de la intransigencia. Y esa actitud impide aceptar la opción “sefardí-cristiano-andalusí” de la Córdoba dorada.
Y ahí es donde tropezamos con la sordidez del integrismo. Teníamos noticias --y ahora la confirmación-- de enfrentamientos entre emigrantes. Ahora sabemos que unos doce cristianos subsaharianos, que rezaban el padre nuestro atemorizados por un temporal, han sido arrojados al mar por los musulmanes al sentirse provocarlos por su oración. Hace ya un tiempo, arden templos coptos e iglesias cristianas ortodoxas de obediencia griega. Es una doble estulticia sembrar el odio religioso entre semejantes, por encima del común amor de Dios, el desarraigo, el infortunio, las desdichas y el hambre.
Pero el planteamiento integrista es contundente: no se puede transigir con las “religiones equivocadas”. En la clausura de una conferencia entre los Emiratos y Rusia, se propuso construir una gran mezquita en Moscú. Pútin acogió la iniciativa calurosamente a condición de erigir una catedral en Abu Dabi. “Ah, eso no es posible porque el Cristianismo es falso”. “Pues ya ve: eso es lo que nosotros opinamos del Islam”, concluyó Pútin.
 
Darío Vidal
05 / 05 / 2015


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